domingo, 27 de mayo de 2018

EL COJITO







Cierto día en el pueblo, salí a la calle, frente a la puerta de mi casa, mis primas Enia, Enid y Eunice  venían de vez en cuando para poder jugar, a “Las escondidas”, “La Cebolla”, o “Los encantados”. Pero por lo visto se tardaron en llegar.
Llegó Pepe y Pánfilo y se nos ocurrió jugar a las carreras, recorreríamos la manzana completa, y  durante un rato, nos divertimos bastante. Entre los gritos de ánimo de mis primas por apoyar al que estaba ganando la carrera.
No habían pasado tal vez  treinta minutos, estábamos descansando, cuando vimos que venía por la banqueta un señor que nunca habíamos visto por ahí, su aspecto muy desagradable, su ropa tenía un mal olor, sin bañarse y despeinado. No sabíamos si se encontraba con “Popó” en la parte trasera del pantalón, el aroma que despedía era insoportable. Entre otros detalles de este singular personaje. Arrastraba al caminar una de sus piernas.
No tarde ni perezoso mi hermano Roberto lo bautizo con un sobre nombre “El Cojito” y cuando el señor escuchó ese apodo, dijo.- ¡Salgan corriendo porque me los voy a comer!
Todos despavoridos corrimos a casa de mis primas que su casa tenía un gran portón, cerramos la puerta y desde afuera seguía amenazándonos y afirmando que el día que nos llegará a alcanzar seriamos su más exquisita cena. Nosotros temerosos, Roberto y Eunice seguían gritándole sin parar ¡Cojito Caguenge! ¡Cojito Caguenge!
Enojado el señor mal oliente se fue sin rumbo fijo, lo perdimos en el horizonte de la calle y seguíamos jugando, imitando su caminar.
La tarde siguiente después de la escuela nos reunimos a jugar  un poco de Voleibol, y de repente el “Cojito” gritando despavorido se acercó a nosotros -¡Los comeré! ¡Huyan! Inmediatamente todos salimos corriendo para que  no alcanzara nuestros ricos y suculentos huesitos. Ja ja.

Sin embargo quede completamente solo y sin moverme, me miraba como quien observa su próximo alimento, logré correr aterrorizado, por poco y me alcanza al doblar por la esquina de la calle, sin embargo sentí que a pesar que corría, no avanzaba en el recorrido, mis movimientos eran torpes, así lo sentía yo, y pensé para mis adentros que me había “embrujado”. Esa tarde a ninguno alcanzó.
Llego el sábado, nadie fue a la escuela y después de un rico baño, saldría a jugar con mis amigos Pepe y Pánfilo, llego Enia por mí y estuvimos jugando “A las Escondidas”, todos estábamos extasiados en el juego, nadie nos detenía, las carcajadas eran bastante escandalosas que don “Cuco” mi vecino, se asomaba en su ventana y nos pedía que nos calláramos o bajáramos el volumen de nuestras risas.
No supimos que tiempo pasó, el “Cojito” hizo su aparición, y salimos corriendo, sin  embargo aún sentía mis piernas como “embrujadas” no daba paso y sentía que podría atraparme ese viejo mal oliente. Corrí como nunca, sentía que cada vez lo tendría más cerca a pesar de esa locura por escapar de él. Pánfilo, Roberto y Pepe gritaban con fervor para darme ánimos a que corriera un poco más fuerte.
Llegue a casa de mis primas y cerré el portón, no pudo alcanzarme, saque la lengua y me burle de él, mi miró fijamente y empecé a sentirme mal. Todo me daba vueltas y luego no supe más de mí.
Al abrir los ojos mi prima Enid me da un vaso con agua, lo devoro rápidamente, ya que tenía una sed, secándome la boca y garganta. Todo pasó, fui a casa, fue extenuante esa carrera de locos.
            Esa noche encendí la radio y para mi sorpresa, se escuchó en la noticias que había desaparecido un niño, allá en el Cerro del Abuelo, Roberto y yo  estuvimos atemorizados, empezó a llover y cerré las ventanas de mi cuarto, ¡Oh! Vi que el “Cojito Caguenge” estaba fuera de la casa, su silueta bajo la lluvia me dio mucho miedo, corrí a los brazos de mi madre. Solo la abrace no comenté nada.

A la mañana siguiente nos fuimos a la escuela, comentábamos lo que se había escuchado en la radio, en el periódico local estaba en sus encabezados “Hombre que cae al río, muere en la madrugada”, nos detuvimos en el puesto para leerlo, cuál fue nuestra sorpresa, era el “Cojito Caguenge ”, sentí un nudo en la garganta. Todos tristes y cabizbajos  estuvimos en las aulas, no dábamos crédito a que eso hubiera pasado.
            Por la tarde, después de las tareas, nos reunimos, empezaron los juegos de pelota y las carreras, yo competía con mis amigos Pepe y Pánfilo, corríamos dando vueltas a la manzana, yo sentí que podía correr de prisa a diferencia del día que el “cojito” me había “embrujado” las piernas.
            Todo seguía como antes, sin embargo me detuve a mitad de la carrera. Pedí una disculpa en memoria del fallecido.
            Juré no volver a burlarme de la gente.


del Poemario " Pétalos Azules "


Ramón de Jesús Hernández Olivares
Veracruz, México








martes, 22 de mayo de 2018

HERIDAS







Llevo en el alma tantas heridas,
la mayoría de ellas han cicatrizado
pero una todavía sangra profundo, 
esa no ha cerrado.

La pena inmensa de haberte perdido
no se compara a nada por lo que he pasado,
solo la muerte podrá cicatrizar esta herida,
mi corazón aún llora, Madre porque me has dejado.

La perenne huella de tu frío beso está marcada en mí,
cuando esa triste noche te cerré los ojos, y te vi partir...



Lourdes Lagardery
Puerto Rico

sábado, 12 de mayo de 2018

CADÁVER EXQUISITO IV




Ángel Valderrama Ruvalcaba, Marta Diaz, José Manuel Ambrosio, Mariana Hernández Jalil, América Guerrero González, María Guadalupe Martínez Bernal, Glenda Castillo, Rosario Lagunes, Bertha Lara Torres, Patricia Cervantes, Víctor Manuel Mendoza Rivera, James Connor.

La identidad teme ser vulnerable... se oculta y duda sumergirse.
Más allá de la imagen, hay un horizonte latiendo entre mis venas.
 Algunos usamos máscaras,
que nos permiten existir,
¿Qué somos? algunos, sólo cáscaras,
sonrientes en nuestro diario devenir...
Qué somos? Conjunto de células, cúmulo de historias, recuerdo de los que se fueron. Mientras dibujo sonrisas, me sumergo en lo que dicta el día, en la flor que abre, en el sol que sale, en el abrazo cercano...
Piel de ausencia y desengaño traslapada con sonrisa inerte y fría de porcelana
Somos poetas,
de la palabra artesanos,
que tejemos historias felices,
que pintamos las tristezas de colores mil,
versos que con nuestra pluma forjamos,
mezclamos sentimientos cuál barnices,
son letras, silabas, palabras
que iluminan tu camino cual brillante
candil...
Dueños de nada y glotones del espejo. Cuenta las letras de la palabra aparentar... tiene más que SER.
Un purgatorio para esperar por indolentes.
Por aquellos que viven sin saber, sin respirar
Sin conocer
Que vestidos de lana están desnudos
En un mundo de simulaciones, todos usamos una máscara, para no sentirnos vulnerables...
Los débiles e inertes Sólo nos queda celebrarnos mutuamente para lograr la aceptación ante el mundo opuesto de las realidades de las verdades de las sangrientas obsesiones de cada uno de nosotros
Máscaras ocultando identidades que suelen ser libres de noche... Almas que sonríen solo cuando él sol se esconde, mas bajo la sombría mirada todo es poco o nada...
¡La mascara que veo es helada por el frío de sentir lo que le duele aún, o le dolió y no gustó y se la sigue poniendo, pero para que aparezca tu verdadera cara solo invita algo, cualquier cosa que se sienta que es tuya, toma la iniciativa no huyas, antes de que sea demasiado tarde y ya no vivas tus momentos compartidos por el Amor que es eterno aquí o en el Más de allá que nos haya!

Mascara
En cada rostro te dibujo
En cada forma tu silueta
Te recuerdo en esas mañanas
Estremecidos al mirarnos
Y encender nuestros sentidos.
Aun no se han quebrado mis alas,
Para volar mil metros y amarte
No fue la forma en que me hablaste, para adorarte
ni tampoco el silencio sostenido,
y menos, las horas del tiempo
que transcurren inmutables,
como los minutos en tu risa,
o el ímpetu del viento
en tu caricia siempre mía,
que a veces me domina
o se destila, como mi amor…
cuando te acercas
como lluvia en la ventana,
o como un beso…
que se va agitando, no,
no ha sido todo eso…
hemos sido tú y yo,
en esta intermitencia
Del tiempo al amarnos...

Poetas sin Fronteras- Red Poetas de Veracruz



SOLEDAD QUE MATA





Siento un nudo en la garganta
lleno de espinas,
quemando mis ansias, los sentidos
y mi alma.

Miro cada segundo que pasa
detrás del cristal
de un reloj de pared
roto y polvoriento.

Me duele el silencio
que mata los aullidos de la noche,
mientras una lluvia de ideas locas
limpia la ventana.

Mis manos temblorosas
por la ausencia del abrazo,
que entre sueños de madrugada
nos entrelaza.

Cierro mis ojos
buscando tu imagen grabada
en recuerdo o melodía,
que danza entre espectros
que delinean tu silueta,
¿Y yo? Imagino besar tu espalda.

Al filo de la noche atormentada
observo que, en el lecho,
existe un aroma más bello
impregnado en la almohada.

Enloquezco entre miradas perdidas
de puntos cardinales de una habitación vacía,
que implora tu voz,
tus carcajadas.

Si en instantes escucho tu respirar agitado
mis manos se aferran a mi cara,
para detener la pesadilla
de una locura de amor, que avanza.

Estás en distancias donde el camino se viste de tristeza,
llora el ave errante,
triste la sombra del pensante,
voz callada de los gnomos ausentes.

¿Y mis musas?
¡Muertas!
Entre rosas negras.

En esta soledad que mata
camino arrastrando la pena de tu olvido
mientras la lluvia canta.


Del poemario " Pétalos Azules"

Ramón de Jesús Hernández Olivares
Veracruz, México 

viernes, 4 de mayo de 2018

A DESTIEMPO






Colgué mi piel en tu armario y salí corriendo tras tus pasos,solo llevabas los zapatos puestos, porque tus pisadas iban conmigo haciendo ruido en mi cabeza y desacomodando mis ideas.
Ese trinar de tu corazón que me dice que hoy es lunes y mañana es martes y que el día siguiente será como el otro y como el otro si la música del vaivén de mis piernas enroscadas a tu cuerpo me abandona.
Los minutos y los segundos son como mi amuleto para no perderte, por eso cuando estoy contigo nunca te los confío porque corro el riesgo de tenerte menos; es que ésta locura de ti me hace más consciente cada día de la desesperación que me invade cuando tú me robas a mí y yo a ti no encuentro.
Déjame acomodarme junto a la silueta que pintas sobre la cama, muy cerca de tu cuerpo; abrazar tu aroma de alma desnuda por el tiempo; conversar con los latidos de tu corazón y bailar con tus caricias mientras un cielo profundo se abre para regalarse entero.
Cuánto tiempo ha pasado desde que te amo; no lo sé, pero me ha bastado para parir historias con sabor a ti; para hacer collares de letras que engarzadas se transforman en poesía adolorida por tu ausencia; para hacer un puente de caracolas desde mí hasta tu lecho.
Que difícil esto de andar por ahí por ésas calles del mundo, sin piel y con prisas; que absurdo esto de hacerle el amor a un recuerdo.
Que terrible esto…de quererte a destiempo.

ELIZA AZAMAR.
VERACRUZ, MEXICO.