Cuando tomaste mi mano
en aquella tormenta de agosto,
y tu abrazo, cobijo de mi sueños
mientras tejías collares
de besos.
En la obscuridad de mi vida
llegaste como aroma enloquecedor
de mis aventuras,
ansias y anhelos.
Te perdiste en mis sueños,
y abrí puertas en mi universo,
para ser tu luz de invierno.
Eres el recuerdo de mis caricias
aun cuando bese el
sol mi espalda,
eres pétalo y cobijo,
nido de firmamentos tatuados
con un sabor a menta en tus dedos.
Eres el recuerdo de mi camino
cuando la brisa,
dibuja tu rostro con perlas de lluvia.
¡Tu nombre! Sonido
del paraíso,
que hace gemir lamentos nocturnos
mientas me oculto entre vestiduras de lino,
para dormir entre sombras
y enloquecer con las
notas del viento y lluvia,
mientras canta la luna.
Ramón de Jesús Hernández Olivares
País: México