La Luz está en el mundo, y
El mundo ha sido hecho por
ella:
Pero el mundo no la ha
conocido.
Juan I,10
Recinto borrado de siete
vientos,
antro abierto a la luz
abrevándose desértico.
Vasto lugar oculto,
fruto maduro, pesado.
Cuenco de flores amor
destila.
Abre voces de adivinación.
Las arenas beben
el rapto virtual de aguas
lapidarias.
Entre huellas cadenciosas
agua embriagadora
de manantiales velados.
Bajo la roca se deshila,
humedece
bulliciosa mariposa,
higo tomado del cesto
ocre.
Vuelve sin luz y tacto
reverbera insólito tejido
de primavera.
Se extiende hacia
adentro el huerto.
Destellos finos, bronce de
hojas,
escanciadas gotas escasas.
Malla deslindada y lúbrica
de diosa son tus labios.
Brillo apacible,
anhelante calidez.
Eyecta por instantes
entresijo verbal.
Libran cadencias…
Decrece en términos lentos
voluptuoso oleaje
sabor durazno.
¡Ecos!, ¡luz!
Isidoro A. Gómez Montenegro.
México