Encontré tu mirada
y sentí fragilidad en el
alma,
escuché tu voz entre los
aromas
del viento y la tarde
sola.
Implore un segundo
para no borrar la imagen,
pincelar en la memoria
instantes de locura.
He visto en paredes de
múcara
tu sombra,
escuché las arritmias de
mi pecho
mientras cantabas,
frases en vértigos
poéticos
traspasando la ventana.
He visto el transcurso de
las horas
en una silla desvencijada
y rota,
el sueño y cansancio no me dejan
respirar tranquilo,
habitas en mi locura.
Angustias locas que
provocas
implorando que el pecado
acuda,
soy nido, soy cobijo
si tan solo en tu memoria,
viviéramos danzando en
abrazos frenéticos
el vaivén de las olas.
Ramón de J. Hernández Olivares
México
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