Ha sido la tibieza de mis
manos que te reconoce…
Etéreo Tu, lejano,
silencio, callado; tan
dentro de mi glorioso
y efímero como la espuma
del mar.
Amado ¡Mi amado! sublime
pensamiento envuelto en divinidad,
en la bruma de noche te
busco,
y Tu? callado.
Eres lágrima… recuerdo de
mis días bajo el sol;
Ahora caes como cascarilla
que ha cubierto el lozano árbol,
Recuerdas? Eras tarde
entre flores….
Eras eterno entre el azul
de los cielos, ahora;
Ahora el ápice de primavera
que se escurre entre la piel.
La nota, la tenue y
magistral nota muda es…
Cansancio que el alma
arrastra y añoranza sacra por estar en Tu abrazo.
Fúlgida aurora, me ciegas…
Pero amo sentirte, eterno eres en mi esperanza.
Donde sólo Tú eres en mí, donde
todo por perfecto he de ser en ti.
Y aquí justo en silencio,
donde el corazón canta,
Donde mi sueño en ti ha de
reposar.
Sin palabra, sin canto…
Sólo Tu rostro, solos en
la paz de la noche,
solos cuando renaces de la
muerte y,
el deseo por la santidad
de ti me aguarda.
Tú, la profundidad de mi
cielo…
Tú… la profundidad y vida
de mi aliento.
Tú, en cuyo Santísimo nombre te envuelves,
Nombre que sólo en
reverencia los ángeles han de pronunciar...
Oscar Velázquez
México.
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