MAMÁ LUZ
Ayer,
desperté exaltado,
tu
recuerdo vino a mí,
cerré
mis ojos,
para
tocar tu mano.
Hoy,
en esta habitación
iluminada
por la luna,
recuerdos
de antaño
sueño
entre violetas
aromas
de jazmín.
Un
ave en el árbol
entona
su melodía,
solo
una nota mágica
para
invitarme a perderme
en
vuelos imaginarios.
De
mis fotografías, tu imagen
mi
mano… temblando,
lloré,
estremeciéndose mí pecho
y
en el corazón bese tu mano… ¡Te extraño!
Caminar
en las penumbras
de
la vida incierta,
donde
hay sueños y tristezas
iluminas
el sendero con polvo dorado,
para
vivir extasiado de tu amor
tu
entrega de madre.
Si
en un rincón lloro desolado,
cubres
mi cuerpo con tu abrazo
y
tomas mí mano, me das regazo,
besas
mi frente y cantas un “Adagio”.
Si
tengo frío, tocas el piano
y
con un devoto llamado,
cae
la paz en mis manos,
me
cubro en un abrazo
y
la habitación se obscurece,
¡Te
llamo! Acudes sin reparo.
Iluminas
mi rostro al tocarme,
cuidas
mi sueño
dormiré
tranquilo,
hay
luz, no tengo miedo.
Y
al filo de la madrugada
escucho
a lo lejos tu “Adagio de Amor”,
en
el árbol anida el ave
cuidando
al ”polluelo” de tormentas
de
sonidos “redobles” del estruendo trueno.
Abracé
mi almohada
amiga
de mis secretos,
dormí
tranquilo
se
fue el miedo al infinito.
Con
tu beso en la frente
fantasías
y cuentos de antaño
recordé
para dormir tranquilo
hay
luz, no tengo miedo.
Ramón de Jesús Hernández Olivares
Veracruz, México
del poemario " Musas Prohibidas "
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