Luz de fresa al filo de la medianoche,
las gotas del péndulo
saborean una rebanada de luna llena y las paredes dibujan
un eco
con el llanto maduro.
Pequeña tibieza arrugada, pureza de
abril; en tu nombre singular brillan más de doscientos soles. Las luciérnagas
abandonan su letargo y se adelanta el avistaje de cometas.
Corazón de caramelo es tu boca, indefinido
tapiz tu mirada que me busca. Manitos ciegas adivinan los contornos de mi
cuerpo en una danza otoñal donde el dolor pierde la memoria.
Una bandada de palomas y almíbar
construye nidos en el desvelo, el cofre de cristal te abriga mientras la
lámpara esparce, en el limón de tu piel, azahares y flores de cerezo.
Carina Andrea
No hay comentarios:
Publicar un comentario