TEMPESTAD
Miré
al horizonte nubes violetas
y
diamantina en los cielos de septiembre,
inhalé
aroma de tejas mojadas,
calles
enlodadas.
Ráfagas
de luces con tonos de llama eterna,
mientras
las piedras en el arroyo cantan,
tempestad
de bendiciones sobre mi rostro
y
en mis pies barro negro.
A
lo lejos croan las ranas,
los
cocuyos duermen a media noche,
la
tempestad bendice las flores del balcón
y
sigo observando las furias del trueno.
Se
inundan mis ojos de cristalinas perlas
que
ruedan sobre mi rostro
en
días de inocencia,
en
espera de oír tú canto todas las noches.
La
voz interna en mi cuerpo
anuncia
himnos melancólicos,
de
esos que se pierden al ruido de la lluvia,
me
inunda la tempestad de la ausencia.
Todo
pasa rápidamente en los recuerdos,
quiero
soñar en mi lugar favorito,
sólo,
platico con las tempestades
acompañándome
de viento silbante.
Me
acompañan las musas del sueño
y
cantan, hasta quedar dormido,
ahí
en mi lugar favorito
con
aroma a tierra mojada.
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