sábado, 26 de octubre de 2024

OFRENDA POÉTICA

EL REGALO - CLEMENTE MÚJICA PONCE

 


Cierta madrugada, en los solitarios pasillos de un hospital, se vio a un gran arcángel caminar lentamente, llevando en sus manos una pequeña botella de un líquido verde que despedía una brillante luz verde.

Este ángel maravilloso, de alto rango y encargado de sanar las enfermedades y de frenar el dolor físico, buscó por varias salas hasta que encontró al enfermo que buscaba.

Y allí, en una fría cama y acompañado por la soledad más grande, estaba un pequeño hombre conectado a aparatos que le ayudaban a respirar y a innumerables tubos con sueros y medicamentos y sangre.

Los minutos en esta vida se le estaban agotando y una enfermedad estaba torturándole hasta el último momento, pero él seguía luchando y el dolor era tan grande, que el Dios supremo en su infinita misericordia se había compadecido del infortunado mortal y le había enviado al arcángel Rafael para sanarlo.

Este hombrecillo, que pronto moriría toda su vida, se mantuvo alejado de toda creencia religiosa, por ende él siempre se catalogó y dijo ser el más ferviente ateo, pues no creía en Dios y menos en que existiría otra vida.

Pero a pesar de ser un ateo, siempre fue un hombre justo e hizo todo el bien que pudo, pero jamás pidió a nada superior y menos intangible bendición alguna. Por ello, el altísimo le mandó una gran bendición en manos del santo arcángel de la salud.

Cuando el gran mensajero llegó junto a su lecho, el hombre ni siquiera se sorprendió y el ángel sonrió un poco y con todo el cariño tocó su frente, pero el enfermo le miró con desagrado y dijo:

—¿A qué has venido? ¡Debo admitir que estuve equivocado toda la vida!

Y Rafael lanzó una gran carcajada y toda la habitación se iluminó con sus rayos resplandecientes.

— Para nada, mi amigo, no queremos que admitas nada, solo soy portador de un gran regalo.

El líquido de esta botella es sanación, y si la tomas sanarás y podrás seguir viviendo más años.

— Pues has sido encontrado justo entre los hombres, y el gran Dios te manda la bendición de poder ser sanado con solo tomar un sorbo de esta agua.

Pero el enfermo se carcajeó mucho más fuerte que el ángel y dijo lo siguiente

—Pero si tomo un trago de tu brebaje, sanaré y por justicia deberé agradecer a tu Dios ese milagro. ¡Lo haría de corazón claro que sí!

— Pero entonces no sirvió de nada haber vivido toda esta vida, pues, creí en algo y estaba equivocado y el admitir que Dios existe y que rige nuestra vida haría que dejara de ser un ateo y por ende habría tirado toda una vida a la basura por haber sido un gran cabeza hueca y testarudo por vivir en un pensar equivocado.

El gran Rafael se acercó y tocó sus manos y juntos comenzaron a reírse a grandes carcajadas.

— Es solamente un pequeño regalo de Dios y no hace falta agradecer o pagar nada por ello.

Unos minutos después, los aparatos comenzaron a sonar y cuando médicos y enfermeras llegaron, encontraron al hombre ya sin vida y con una leve sonrisa en su rostro y en el buro junto a su cama, una botellita de un líquido verde permanecía completamente llena.

CLEMENTE MUJICA PONCE.

MENNIPLOSS.

Cuento de mi libro "HISTORIAS DE ANGELES"

Todos los derechos@Reservados por el autor

 

martes, 15 de octubre de 2024

JOVEN GAVIOTA - ÁNGELA PINALES VALDEZ

 


Ella era hermosa, de plumas albas,

tierna gaviota que no sabía volar.

El, experto gavilán, entre sus garras la atrapó,

cortó sus alas sin desplegar.

Cerró sus labios con cintas de seda,

para impedir su inocente cantar.

Era un adorno fresco y bello encerrada

en jaula de oro y cristal.

 

Joven gaviota nunca pierdas las esperanzas,

sigue luchando sin descansar,

jamás te rindas, sigue adelante,

aprende a abrir tus alas.

Elévate desde el suelo, en alto vuelo,

que adorne el cielo tu surco blanco,

hasta llegar al inmenso mar,

ya en sus aguas, limpia tu alma,

podrás llorar lágrimas de sal

luego sepulta tus penas

en su oscuro y helado lecho de agua y de sal.

Queden allí prisioneras,

mientras tu cantas en libertad.



JOVEN GAVIOTA

ÁNGELA PINALES VALDEZ

REPÚBLICA DOMINICANA