I
Escribo para el
mes del niño, ¿Cómo dejarlo pasar si tengo tantas historias que necesitan
significarse y resignificarse? Claro, no lo podría poner en la edición
infantil, por lo cruento de las historias, pero si quiero hacerlo, que
recordemos que necesitamos cuidar a los niños, de muchos modos y en todo
momento. He de aclarar que modifiqué los datos que pudieran identificar a los
personajes.
Sebastián, el
segundo hijo de una joven madre, quien no deseaba ese embarazo y menos sin la
presencia masculina de apoyo, por lo cual, recurrió a unas pastillas que
deberían haber arrojado al producto, pero no funcionaron, al término del
embarazo nació Sebastián, con alteraciones anatómicas en tórax y brazos.
Pasados tres años, el hermano mayor de Sebastián tomó unas tijeras y cortó el
lóbulo de la oreja derecha del pequeño, lo cual detonó que personas cercanas
alentaran de diversas maneras a dar en adopción a Sebastián, y así quedaron
escritos, los antecedentes del menor.
El albergué que
durante décadas estuvo a cargo de una mujer -de la cual pude constatar su
existencia- que explotaba y maltrataba a los niños, por lo cual constantemente
había fugas de los pequeños, pero Sebastián, titubeante se quedaba, hasta que a
los 10 años, decidió que no podía resultar peor. Y en compañía de otros dos,
saltó la barda perimetral que lo separaba de la libertad y su nueva vida.
También fue difícil, se enfrentó a burlas entre su nuevo equipo, la lucha por
los turnos para limpiar los parabrisas, por los lugares para vender.
Conocí a
Sebastián, en un centro de reclusión donde yo, era la psicóloga y lo derivaron
conmigo por haber consumido una mezcla de líquidos corrosivos que se utilizaban
en la “talacha” del centro (cloro y acido muriático), tras haber estado una
semana en el hospital lo dieron de alta con la indicación de derivarlo al área
de psicología. Tuvimos diez sesiones, en las cuales mostraba un lenguaje
adecuado en velocidad y ritmo, sin embargo, el contenido era del gran desprecio
que tenia de su vida, de hecho, esto lo lleva a tocar también el motivo de su
sentencia: violación. Me preguntaba “¿usted piensa psicóloga, que una mujer me
va a querer, así como soy?” mostrando sus manos, “¿usted cree que me gusta que
me miren con desprecio?”. Después de cuatro meses en tratamiento psicológico
dijo como para si mismo: He sido muy negativo todo este tiempo, pero a la
siguiente sesión: “Psicóloga, vine porque me llamó y no quería ser grosero,
pero la verdad es que ya no quiero venir”. Me he preguntado ¿Por qué como
sociedad no hemos puesto más atención en los diferentes albergues? ¿Hubiera
cambiado la historia si en su temprana infancia hubiera sentido el amor y la
aceptación incondicional? Y tantas preguntas mas con tan pocas respuestas.
II
Esta es la
historia de un Mauricio quien teniendo 15 años (en 1998 aproximadamente) viajó
de su comunidad en compañía de su hermana de 12 años, a la ciudad de México
donde visitarían a unos familiares y harían unos encargos. Llegaron un poco
temprano a la terminal, deslumbrados por tanto bullicio caminaron un poco en
las cercanías, cuando el hambre llegó, Mauricio le dijo a su hermana, espérame
aquí, voy a buscar rápido algo de comer. Al regresar no encontró a su hermana a
pesar de todo el tiempo que estuvo buscándola. No hizo más que regresar a su
casa, devastado, para avisar a su madre de lo sucedido. “Mi mamá gritó mucho,
lloraba y al mismo tiempo me pegaba…me pegó hasta que se cansó”. Esta historia
fue lo primero que contó en la única sesión que acudió. Era un delincuente
reincidente y adicto a diversas drogas.
¿Cómo es que no se
pueden detener a estos delincuentes asquerosos que capturan a los niños para
diversos fines? ¿Cómo se pueden dar a un hermano la responsabilidad del cuidado
de los menores? Considerar también, que todo esto también puede pasar cuando se
encuentran al cuidado de los adultos, y no podemos culpar al cuidador, porque
Mauricio probablemente, lleve sobre su espalda el peso de la culpa, así como yo
lo llevo en la memoria.
Apenas dos
pequeñas historias, pero en realidad hay muchas más.
Es importante que
nos sensibilicemos en los tratos que damos a los niños, nuestras omisiones,
nuestras palabras y actos, se traducirán en su propia manera de vivir.
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