Absorta, en absoluto silencio,
mi pensamiento traspasa los tiempos.
La pintura de la Mona Lisa,
con mi corazón de poeta, contemplo.
Frente a esta obra fascinante, tan famosa,
de una dama misteriosa, da vuelcos mi mente,
pariendo absurdas interrogantes.
¿Qué tal si hubiese sido negra la Mona Lisa?
y en vez de esa tersa y blanca piel de
porcelana
hubiera sido de tez color café o acanelada,
preciosa, oscura, cual fina madera de ébano.
Si hubiera sido su nariz un poco achatada,
no larga y perfilada como la dama del retrato,
con ojos profundos y sombríos, cual noche sin
luna,
de boca grande, labios carnosos y sensuales,
cual fruta madura,
dibujando ellos tal vez una triste mueca,
muy distante de la enigmática sonrisa
plasmada, en los delgados labios de la Mona
Lisa.
Una larga y lacia melena, la pintura no
luciría
por el contrario, una cabellera enmarañada,
de aspecto rebelde y salvaje su rostro
de escasas cejas, enmarcaría.
Adornando su cuello fuerte,
sostenido por sus pechos turgentes
un collar fijo con gruesas cadenas,
en vez de medallas, púas prominentes.
Su cuerpo no aparecería envuelto
por ropajes de finas telas de sedas
tal vez luciría medio desnudado,
mostrando su estrecha cintura
y caderas extensas.
Pues en aquel tiempo, eso qué más daba,
no era un ser humano,
sino tan solo una esclava.
Sus manos no serían delgadas y delicadas
mas bien serian unas manos fuertes,
encallecidas
adornadas sus muñecas con grilletes
gruesos y horribles,
símbolo visibles de los momentos terribles
que en ese tiempo vivió esa raza.
Un río apacible no tendría de fondo,
mas bien un mar embravecido y un barco negrero
Además aparecería un fuete quizás
con el que tantas veces sería azotada y
sometida.
Y para completar la escena
aparecería una infame y horrenda máscara de
hierro
usada sin piedad para humillar, martirizar
y matar cualquier sueño de libertad.
Pero este cuadro de esa chiquilla de leche en
los labios
de seguro que no tendría tanta fama,
ni la atención llamaría,
quién era aquella criatura oscura
que de su terruño sin piedad fue arrancada
para terminar con hierro candente, carimbada.
Como bestia tratada, vendida cual mercancía
barata,
para satisfacer los instintos carnales de
algún níveo amo,
trabajando noche y día en algún palacete
haciendo las peores y mas humillantes labores,
sin importarle a nadie, tampoco a la iglesia
creían que por tener anochecida la piel,
carecía de alma.
Si fuese así la Gioconda, tal vez ya ni existiera.
Porque más que una rimbombante obra de arte
sería la afrenta palpable de atrocidades
pasadas
hechas por humanos de oscuro corazón o
ninguno,
de la ignominia que sufrieron muchos
en manos de aquellos monstruos despiadados.
Si la Mona Lisa fuera negra, tendría la mirada
temerosa
y perdida, frente a las dudas de su cruel
destino,
más negro que la negrura de su propia piel.
Mas negro que el oscuro abismo de sus
desesperanzas
e incertidumbres.
Pero si este cuadro existiese, sería además
un palpable recordatorio
de lo que nunca debe volver a suceder
para que este corazón de poeta, jamás por algo
así,
me vuelva a doler.
SI LA MONA LISA FUERA NEGRA
ANGELA PINALES VALDEZ
REPÚBLICA DOMINICANA
@Derechos reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario