Po Alejandra
Inclán
Veracruz, México
Me
enfrento a ti cada mañana,
cada
tarde, cada instante.
Escapo
en lo relativo, de tu transcurrir silencio
y
al mismo tiempo bullicioso.
Me
altera los sentidos,
me
pierdo el instinto de saber el por qué me llevas contigo.
¿Me
dejarás alguna vez descansar?,
en
mis sueños lucidos,
¿podre
de ti escapar?
Y
ni en ellos me dejas,
te
incubas en mi ser
y
me devuelves a la realidad.
Quisiera
odiarte
y
torturarte como tú has hecho conmigo.
Quisiera
amarte
y
consolarte como tú has hecho cuando necesito el olvido.
Voy
a ti y las olas pesadas me empapan,
la
lluvia me baña y el astro rey se me pierde,
y
te me vuelves intimidante, grande, gigante.
Es
como si desaparecieras y me envolvieras,
como
si la fugacidad de mi mirada perdida en tu representante,
me
hiciera morir en cada sonido hipnotizante.
Me
he perdido;
el
espacio donde habito, nada le significo;
mi
gateo se ha perdido, mis primeros pasos,
mi
primera carrera, mi andar trotando
o
caminando para llegar a algún lado.
Todo
ha pasado,
me
he mantenido erguida,
y
siento que aún con ello,
se
me escapa la vida.
Mi
cuerpo vive regido a existencia,
y
yo esclavizada al aparato que inventamos por ti.
Mi
deterioro es mi pase de salida,
es
mi evolución a la ligereza de donde provengo;
donde
tus medidas no existen,
donde
soy eterna y tu incesante tic tac no me martilla.
Despierto
de mañana,
el
reloj suena y sonrío.
¡Estoy
viva señor tiempo!
Y
mientras lo esté,
seguiré
caminando hacia la liberación,
con
la que me has oprimido día a día,
libre
de ti, libre al fin.
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