domingo, 24 de mayo de 2020

ÁNGEL DE LA SALUD - LUCILA REYES GONZÁLEZ







Ángel de la Salud, vengo a ofrecerte mi respeto,
tu valentía me deja : emocionada y conmovida,
porque aceptaste del coronavirus el reto,
de luchar en contra de él, aún a costa de tu vida.

Sea cual fuere el resultado,
yo, agradezco tu trabajo y tu desvelo,
pues aunque sé que aun estando muy agotado,
sacas fuerza de flaqueza para brindar consuelo.

Corres a brindar ayuda sin pensarlo,
atientes a todo aquel que se presenta enfermo,
aun a sabiendas que si llegas a entubarlo,
quizá no sane y su familia no volverá a verlo.

Este tiempo de pandemia es un infierno,
y aunque trabajador de la salud quisiste serlo,
ha sido difícil la lucha y el final parece eterno,
pero con tu trabajo diario, te has ganado el cielo.

Ángel de la salud, los humanos cometemos errores
por eso cuídate mucho, mucho en este momento,
al final el mundo te mirara con agradecimiento,
un monumento, gran aplauso y un camino lleno de flores.

jueves, 14 de mayo de 2020

SUEÑOS - RAMÓN DE JESÚS HERNÁNDEZ OLIVARES



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RAMÓN DE JESÚS HERNANDEZ OLIVARES
VERACRUZ, MÉXICO

Saber dar el consejo
bajo las tempestades
y querer llorar mil emociones
al logro compartido enseñado.

Saber guiar la mano
bajo los sueños no impresos
dibujar firmamentos y mundos
paralelos.

Enseñar a mirar sentimientos
a través de los ojos,
tocando instrumentos de cuerda y viento
melodías de inmortales almas.

Aun en lo complicado de los textos
compartir significados en libros y cuentos,
tocar las almas de alumnos
que se pierden con el tiempo.

Saber cultivar amistades
culturas y formulas inquietantes
que son murmullos numéricos
en la mente andante.

Saber dejar huella en corazones
que maduran entre las prisas del tiempo
para ser recordado con cariño
el maestro.

sábado, 2 de mayo de 2020

MI CUENTA CUENTOS FAVORITA - GUADALUPE ESPINOZA LAGUNAS


Siluetas de madre e hija jugando al atardecer por la noche | Foto ...



Guadalupe Espinoza Lagunas
Tijuana México

Jadeante, inmóvil, con una triste mirada, luchando desesperadamente por respirar. Aferrándose a la vida en feroz contienda contra la muerte, sólo intentando retrasar un poco más la inevitable partida. Sólo un poco más... con apenas un hálito y un rictus doloroso, su mirada suplicante me partió el alma. Parecía querer hablar pero yacía sin fuerza, su cuerpo adelgazado y envejecido, apenas cubierto por una gastada sábana. Mi madre, la otrora mujer tan fuerte de voz clara y altisonante, ahora ahí postrada, inerme, agonizante en una vieja cama de hospital, el mismo donde muchas décadas atrás, diera a luz al menos a tres de sus once hijos. Cuánta impotencia sentí. Mi viejita hermosa, siempre luchando, siempre esperando; siempre sufriendo. -¡Háblame mamá! -¡Cuéntame una historia! -¿Recuerdas mamá cuando éramos niños? La cantidad de historias que nos contabas... El niño del sol en la frente, La del cerro de las campanas, y aquélla tan divertida de las travesuras de Pedro de Urdimalas, el de la estatua de sal y muchas más. ¿Recuerdas cómo nos reíamos cuando tu nieto Roberto no podía decir estatua y decía estauta? Tu volvías a preguntar cual queríamos escuchar y el desesperado tartamudeaba para decirlo. Tantos cuentos e historias inventados con magistral imaginación, llenabas nuestra mente de fantasías alimentándonos el Alma, para distraer nuestro estómago vacío lo más posible hasta que no quedaba otra alternativa que usar también tu imaginación para con lo poco que había, alimentarnos el cuerpo. Cómo te recuerdo mamá... aquellas tardes interminables, sentada en tu vieja silla de madera recargada sobre la pared y tus pies sobre un banco. Con tu costura en el regazo hilvanado hilos de colores sobre un lienzo bordando ramilletes de hermosas flores, al mismo tiempo que ibas hilvanando también bellas metáforas y fantasías en el blanco lienzo de nuestra imaginación. Historias engarzadas de sueños y anhelos, mezcladas con los recuerdos de tu infancia, los juegos con tus hermanos, el dolor de tu orfandad, el abandono de tu madre. Siempre mezclabas entre los personajes con ingeniosa astucia, hechos y verdades disfrazadas de fantasía, para ocultar tu dolor, tu sufrimiento tus traumas. Transformabas aquello en enseñanza para nosotros, mientras para ti, era la forma de perderte en tu propio cuento, hasta no saber que era verdad o que era fantasía, mitigando así un poco tu dolor. Te escuchábamos embobados preguntando de dónde salía tanta sabiduría. Sentados frente a ti sobre el piso de tierra, no había mejor lugar ni momento donde quisiéramos estar, nos sentíamos felices y ansiosos por escuchar la siguiente historia, aunque fuera la misma cien veces; cada día le añadias un elemento diferente. Fuiste, y siempre serás la mejor cuenta cuentos que haya conocido. Y tengo por seguro que si hubieras tenido mejores oportunidades y hubieras sabido leer y escribir; serías una gran escritora, dramaturga o novelista o tal vez cantante. Porque también recuerdo tu potente y bien entonada voz, mientras hacías las labores de la casa. Por cierto, nunca te dije cuánto lamenté que un día de pronto hayas dejado de cantar. Aún recuerdo cada una de tus canciones, las aprendí de memoria y no solo yo, también mis hermanos, tu lo sabes, lo supiste cuando en tu lecho te cantamos cada una de tus canciones, aún ³a riesgo de molestar a los enfermos contiguos, y vimos como eso te daba un poco de paz. Nunca nadie recibió tanto amor como tú, rodeada de tus hijos y nietos que no escatimamos en decirte cuanto te amamos. Y nos correspondías, lo vimos en el brillo de tus hermosos ojitos grises. Un nudo se me atora en la garganta al recordar lo difícil que fue verte ahí en agonía, esperando la llegada de tus hijas, las que por diversas circunstancias no llegaron a tiempo para despedirse y verte partir; y más duro fue escuchar a mi hermano gritar tu nombre como tu lo hacías cuando éramos niños y que alguien enfermaba. -¡Teresitaaaa! -¡Teresita vente, no te quedes, vuelve a tu sombra júntarte con tu espíritu! Todos lamentamos tu partida, pero todos sabíamos que Daniel siendo el menor y quien siempre estuvo a tu lado en toda circunstancia; sería quien más sufriría tu ausencia y que el era la razón por la que te aferrabas a la vida. No querías irte y dejarlo solo. No querías irte también sin despedirte de tus hijas que no habían llegado, pero ya estabas sufriendo demasiado. Perdónanos mamita por haberte engañado, pero fue la única opción que tuvimos para mitigar tu dolor y que pudieras partir en paz. Comunicarte por teléfono a quienes por alguna razón no habían podido llegar, pedirles que te hablaran como si estuvieran ahí mientras mis otros hermanos te sostenían la mano, fue la única forma que encontramos para que pudieras despedirte de ellas y volar a tu destino. Vuela Teresita, y vuela como una bella reyna, como mariposa Monarca, con la satisfacción de haber cumplido y cumpliste bien el proceso de tu metamorfosis, tus alas adornadas bellamente por el amor que sembraste y que al final de tu vida supiste cultivar y cosechar pese a que nadie te enseñó como hacerlo. Tus errores... Dios habrá de perdonarlos, porque él sabe que pagaste con dolor cada uno de ellos. Que tu nombre se halle inscrito en el libro de la vida. Descansa en paz mi cuenta cuentos favorita, hasta que llegue el tiempo de la resurrección. Tus hijos quedamos aquí sin pena ni remordimiento, porque sabemos que ya no sientes dolor, tu cuenta ha quedado saldada, certificada por la ley de la vida. Te vamos a extrañar y será difícil lidiar con tu ausencia, y te lloraremos tal vez, pero no con dolor ni remordimientos, sino con agradecimiento por habernos dado la dicha de llamarte madre, por habernos dado una gran familia. Te agradezco mamá... por el mundo de fantasías que me heredaste, por enseñarme a creer que los sueños pueden ser realidad, te agradezco también por heredarme el talento para crear mis propias historias y por darme la oportunidad de hoy poder plasmarlo en letras.

 A mi madre; Teresa Lagunas Zapién 02/02/1933 - 16/03/2020