domingo, 22 de octubre de 2017

RECUERDOS






Mi abuelo me dijo: ¡No estés triste mi Quequi! Ya vas a ir al kínder,  a la escuela para que aprendas a leer y no te vuelvan a poner en evidencia.
Mira que decirle tu papá a tu tío Bicho que todo lo que le habías leído del Selecciones no es cierto. ¡Sólo porque no sabes leer!
Ellos no conocen el secreto que guardas, que sólo yo comprendo.
No saben escuchar tu corazón como lo hago yo.
¿Qué extrañas a tu mamá? Lo sé. ¿Qué cantas en el espejo? y pláticas con no sé quién, lo sé. Yo te comprendo después de… 10 hijos.
Conozco los secretos de los niños, en especial tu corazón, es algo muy amado por mi.
No sufras; “Si tus padres no te quieren”, “Aquí estoy yo” dice el Creador a sus hijos.
Ya aprenderás, verás a leer y escribir, estudia mucho, se una mujer diligente, no pierdas tu sonrisa, ni el amor al prójimo.
Hoy, después de tantos años la Maestra Martha nos enseña, fíjate, aún sigo estudiando y ya soy abuela de tres hermosas niñas.
Cuanta falta me hiciste, abuelo, después de acudir a tu llamado eterno.

América Guerrero González.
México


sábado, 7 de octubre de 2017

RECUERDOS EXCELSOS







La acerina noche
esta  triste como un blues.
Llueve intensamente...
Estoy solo, recordándote amor...
En la soledad de mi cuarto
mi  alma esta azul.
Los recuerdos llegan
uno  a uno a mi mente...
Aún siento nuestros cuerpos
escondidos entre sábanas,
llenos de fuego, llenos de frío.
El suave rozar de los labios
fundiendo  dos destinos:
el tuyo y el mío.
Bañados por los jugos del amor
limpiando  nuestras almas.
¡Oooh!  Me siento marinero
y tú ¡Aaah!  El azul mar...
Navego y navego
y otras rutas descubro...
En total frenesí
mi  escafandra te brindo
¡Mmm! Tú me deslumbras
y  tu perla  ¡Oooh!
me  obsequias ... ¡Aaah!.
 ¡Que excelsos recuerdos!
éxtasis  total al recordarlos.
Sigue lloviendo afuera...


 Pío Domingo Rosales Sena
Veracruz, México




martes, 3 de octubre de 2017

FRIDA



                                                

     Frida
(México, Septiembre 2017)

Tu nombre inexistente, entre los bloques de piedra y cemento, representan nuestras lágrimas. Muchos gritos desesperados y silenciosos se fusionan alrededor de tu seudónimo. Frida. Retrato de todos aquellos desasosiegos.
Polvillos amargos levantándose y flotando, como si fueran ingrávidos. Y allí estás tú. Mirando con ojos de asombro, nuestra rebelión interior contra la naturaleza violenta e inoportuna que atacó escuelas y edificios religiosos, donde el bautizo deseado, tomo el sabor amargo del barro, en una tumba.
Ahora levántame, que estamos de rodillas sin entender lo que está pasando.
Frida tu nombre es la esperanza de encontrarte, aunque signifique paciencia y dolor. Y a su vez es la ilusión de encontrarme fuerte y no para comprender, y si para sobreponerme al reto que la vida me impuso, por mi supervivencia.
Envuelve, Tú nombre, una sonrisa inocente, unos bucles endurecidos por la espera y un guardapolvo blanco con vivos rosas que rodean tu cuellito pequeño. Frida. Tu nombre representará a la humanidad que busca en su alma al niño que el tiempo devoró para entregarnos a la rapidez sin compromiso, a la antipatía del saber que dan las aulas y a la violencia de la pasión por todo aquello que el hombre no podrá contener “eternamente”, porque tal vocablo no existe, en lo urgente de la existencia. Y ahora, en lo fantasmal de tú nombre, el ruego es vida y la ansiedad es el fuego sagrado.
¿Qué va ser de ti? Dice la copla, pero me pregunto ¿Qué va a ser de mí?  Si edificamos este mundo para contener tu niñez, para abrazar el futuro con manos serenas, sobre tú candidez dónde todo… y todo cada día sería mejor.
Y ahora tu camita está vacía, esperándote y en la esquina de la pared esa flor, que misteriosamente, siempre se mantuvo verde con flores fragantes y junto a la ventana un librillo de páginas blancas, anhela salir a tu encuentro.
Frida no nos sueltes las manos,  la creación te mira a través  de sus aciertos y milenarios errores, dónde la negligencia lleva el banderín más arrogante.  


                                                                                Héctor Daniel Paz 
                                                                                      Argentina