miércoles, 4 de noviembre de 2015

CARTA PARA DAYNA CHIUNTI






Sentado en este bosque, en medio de los árboles
y con ese atardecer  tan frio. Contemplaba la luna.
Escuchaba el arrollo que llevaba bellas canciones con él.
Las majestuosas  voces de las aves a mis sentidos fascinaban.
¡Y que te puedo decir de mí!
Estaba ahí esperándote. Impaciente.
No te conocía, pero ya soñaba con mirarte a los ojos
y contarte aquellas historias de tras tiempos.
Estaba entre lo lindo de la naturaleza
y esa oscuridad, por donde sólo veía un rayito de luz.
 Me acerque muy despacio;  sigilosamente.
Y estabas ahí, tan cerca y tan lejos a la vez.
Eras como la rosa más hermosa del jardín entre la hiedra
y  tenias brillo propio, un brillo especial que salía de tu alma.
Tu sonrisa tornaba ese lugar tan frio y desolado,
en el paraíso que hace mucho no veía.
Y entonces,  cuando por fin volteaste,  pude ver  tus ojos.
Eran el cielo mismo, miles de estrellas reflejaban en ellos.
Yo simplemente te miraba desde aquella colina,
donde Cupido tiró su flecha directamente a mi alma.
No pude hacer nada para evitarlo.
Estaba estático, suspirando; soñando despierto.
Pude comprender que los sonidos que se escuchaban a lo lejos
eran los latidos de tu corazón.
Ese lugar ya tenía tu esencia y quizá ya era más tuyo que mío.
Ya habías entrado sin permiso a él y simplemente te volviste colonizadora.
Y ahora no quiero que te vayas. Quiero verte eternamente.
Quiero ser sólo de ti y hacer de este paraíso algo más divino con tu presencia.
Decorarlo con amor de ambos, fundir las piedras con nuestros besos y
hacer que salga el sol con tu sonrisa. Para deshacer mi hipotermia,
para abrasarte, para adorarnos mutuamente y crear arcoíris con nuestro amor.
Me regalo contigo; tienes mi amor en vena y las perlas del alba de mi corazón.
Tienes el rio de mis pensamientos que fluyen sin razón a la aurora de tu vida
y mi alma desnuda que lleva tu nombre por doquier,
así, para que puedas ver lo que llevo dentro de mí. 
Para que no me temas y dejes que te quiera con este sobre natural cariño
que tiene la fuerza de un huracán. Para que dejes que entre mis brazos
y besos te lleve hasta la luna, y más allá del sol; donde debes de estar;
en mi vida, aquí conmigo, donde eres mi todo.


Autor: Uriel Limón.
Veracruz, México.


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