viernes, 20 de noviembre de 2015

RETOMANDO EL TIEMPO




Parte I:

Cuando camino por mis calles desnudas, atravieso el viento con mis manos, miro lejanamente los cielos y los arboles tornados rascacielos, esta dimensión que cubre mi rostro, claudica el estatus de demencia. La verdad de este instante en que yo roso el tiempo, es la de sentir la claridad de los cielos, ver las nubes con una pereidolia fascinante, oscurecer con mi imaginación todas las palabras cicatrizadas en las cortezas, fijar con intención el sujeto de nombre existencia y hablar diluidamente con la serenidad que alberga todo este eclipse de mundos fríos.

Parte II:

Las fauces de esta solemne soledad abrieron sus caminos para tener un fin de paraíso, esta belleza irradiaba una fuerte brisa de purpúreos ojos y cielo despejado, el paisaje que tomé era decadente, tres palomas situadas en el primer escalón que desembocaba en las faldas de un cerro, este cubierto de árboles con rostros de cuervos y ramas de espantapájaros, todo lo cubría esta espesa niebla que empezaba a llegar después de dar mis últimos pasos, perseguía el mismo camino y la negrura de la tristeza invadía la oscilación de los cuerpos humanos que navegaban estas islas tranquilas, todo llameaba hasta las banderas ondulaban sus cantos y la misma primavera se convertía  en cruel invierno, todo paso durante un lapso perdido, entre la mirada seria de dos espantosos duendes y la alegría de una bruja.

Parte III:

Perseguí el cruel destino que mis pies marchitaban en este consuelo, la alegría era pasajera, como la de un ave, termine por dejar mi cuerpo estampado en el aire y dibujar esos enorme conejos que saltaban entre espirales de la dulce tierra, no dude en pasar más el tiempo y perseguí de nuevo esa sombra de adusta aureola. No contento llore un poco para colar esta desesperación, la lluvia no tenía tiempo, ni ruido, esta alameda tenia largos años, pero permanecía intacto entre este cruel tormento, la etérea atmósfera de este cuento, acariciaba mi piel adusta y mis ojos cuervo la tristeza invadían, luchando con mi cavilación mental para caminar de nuevo y esperar este destino que marchitaba las huellas que dejaba el pasado.

Parte IV:


El surrealismo de este camino cubre el amarillo cielo que en secretos la histeria de este tiempo habla con un afán de desesperado, me urge llegar a las dimensiones desconocidas de un sujeto que hable de Lovecraft y esos monstruos que bifurcan el cielo del infierno, pero heme aquí con la tarde merodeando mis pasos y esta sombra que no quiere partir de su destino. Hay un pozo profundo con aguas santas, ahí nació de nuevo la lluvia y dio largas raíces entre la purificación de diamantes, con un toque de simpleza humilde, sorbi el trago mas hondo de esta era y descanse por fin de este cansado espanto y el sudor se convirtió en gélido viento y caí en el árbol con espeses en su follaje de tan mórbido anclaje. La lejanía me sedujo a petrificar mi soledad, pero huí de esta pesadez para llegar a un pueblo con piedras entre las calles y aves fénix entre sus matorrales.



José Luis Aguilar
México 

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