miércoles, 25 de diciembre de 2019

EL CINTURON DE ORIÓN - MARIA LUZ OLIVARES ALDANA

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María Luz Olivares Aldana
Veracruz, México

Era diciembre, las pocas tiendas y cooperativas lucían su mejor iluminación, los compradores con bultos en las manos y casi tropezándose en las escaleras bajaban contentos, la navidad había llegado.
En la casa de René los niños, hermanos y primos jugaban en el jardín, un columpio era el centro de sus juegos que, entre risas, jalones de trenzas y empujones todos esperaban el turno para mecerse en él.
La casita era modesta, limpia y ordenada con un piso de madera que rechinaba al caminar. No había árbol de navidad, ni preparativos de cena conmemorativa, el pavo ni sus luces, sólo un mole con romeritos, pero sí ricos buñuelos, torrejas bañados con miel y un ponche de frutas del huerto con guayabas, naranjas y canela, todo un deleite al paladar.
Ellos no conocían al viejo canoso bigotón y barbudo vestido de rojo que otros niños tal vez esperaban su llegada.
Ellos esperaban a Melchor, Gaspar y Baltazar los 3 reyes magos.
Las ilusiones rayaban en locura pues sus sueños eran cantar la posada, romper la piñata con cacahuates, bastoncitos de caña y dulces de colación. No faltaban las velitas y las luces de bengala, Y cantarle arrullos al niño del nacimiento que la tía Gelo entonaba orgullosa de su dulce voz acompañándolos a pedir la posadita.
Después ya cansados de correr y jugar merendaron los sabrosos manjares que la abuelita Chayo y la Mamá Nena habían preparado. zumbador.
Entre mordiscos y sorbetes platicaban lo que en sus cartitas escribirían a los Reyes Magos. Que unos patines, un juego de matatena, bolsas de canicas, libros de cuentos, juegos de té, y muñecas de sololoy, y tal vez un balero y un trompo zumbador.
Todos primos y hermanos habían colaborado en hacer el nacimiento con piedritas pintadas con blanco para los caminitos de aserrín y con betún negro de los zapatos del papá para las grutas y montes con paxtle y no faltando el pedazo de espejo para el lago y los patos, los palitos de paleta para los corrales, los borreguitos y los pastores el pesebre en su heno y un buey y lo más hermoso la virgen María y San José. Y en un camino lejano venían un elefante, un camello y un caballo y donde luego Melchor, Gaspar y Baltazar los 3 reyes magos que llegarían con regalos al niño del pesebre. Con oro, Mirra e incienso.
El más pequeño de los niños preguntaba porque país o por dónde vendrían caminando y la hermanita mayor le señalaba el cielo y le decía: ¡MIRA! ¡MIRA! Allá están en esas tres estrellas que se ven juntitas y brillando intensamente. Por eso se sentaban en los escalones a contemplar el firmamento.
Con la ilusión de ver más cerca las tres estrellas, pues tendrían que llegar la noche del 5 de enero por la noche y pudieran leer sus cartitas y dejarles regalos por ser niños buenos.
Y el tiempo pasó...
Hoy ya crecieron y por siempre guardan en su corazón la ilusión de su infancia. Y buscan en el Cinturón de Orión para así ver las tres estrellas brillando en el firmamento. Y también buscan la estrella fugaz que anunció el nacimiento amoroso del niño Dios en el mundo de los hombres y donde en una noche Paz nació.




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