domingo, 7 de febrero de 2016

MÁS ALLA





Esta vez 
sí prometí escribir, pero
 
escribir para ti,
 
como se escribe al clareo del alba,
 
a la imagen,
 
a la noche,
 
al media día.

No es el alcohol,
o la falta de tu olor,
no es el razonamiento,
ni tampoco es el amanecer a tu lado
 
(lo cual no conozco).

No hay que interpretar 
si todo ya está interpretado,
 
te amo sería caer en redundancia,
 
pero omitirlo sería imperdonable.

Si te dijera la hora que es, 
y te dijera lo que pienso,
 
y te dijera qué me provocas,
 
y te dijera que la mañana
 
es clara sólo a tu lado.

Quizá mentiría.

Porque no conozco,
porque no sé qué es,
porque no hay,
 
porque no soy yo.

Pero tú, eres todo, 
eres ese amanecer,
 
eres esa imagen,
 
eres la noche,
 
eres el día y mucho más.

El tiempo no importa,
el tibio segundero alejándose de mí
el camino sin recorrer,
el amigo instante,
son nada ante tu eminente presencia…

Si cortejara al camino, 
quizá pudiera saber
 
qué es lo que me depara.

Pero me someto a la 
pesarosa presencia
 
de la sorpresa preparada
 
por los actos.

El enigma sigue presente,
tu imagen que mutila,
que provoca,
que incita,
que invita.

No sé a qué se refiere 
el pestañeo de tus ojos,
 
el sudor en tus manos,
el hedor en tu cuerpo,
el júbilo rebosante en tu mirada,
 
el angustiante palpitar de tu corazón
 
el incomodo, pero
 
reconfortante alivio
 
que provoca tu voz en mis oídos,
el razonar no me permite,
 
y el impulso no te deja pensar.

Déjame decirte que soy sólo 
aquel que intenta reclamar
 
un lugar en tu entrañas.
He ido hasta dónde has querido ir,
he caminado hasta dónde has podido,
he visto lo que me has mostrado,
he sabido lo que me has querido decir,
he ido más allá de lo que esperaba
de lo que esperabas
de lo que pensaba y pensabas,
más allá.

Enrique Caro.
México


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