sábado, 2 de febrero de 2019

OTILIA / AMÉRICA GUERRERO




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América Guerrero González.
México

El día de la natividad, en tierra baja, cerca del río Coatzacoalcos, entra la sombra del maligno al hogar de Otilia.
Ella es pescadora, tiene siembra de alevines, siempre ha vivido a la margen del río, lo conoce,  nada en él.
Con sed de mieles escarmena su pelo frente al espejo, sonríe a la vida, baja al río a tender las redes de pesca, piensa en su compañero, mañana estará crudo, se prepara para tenerle un caldo de pescado a su gusto, picoso, para sacar la resaca.
Encalla “La nao de Mina”, es el nombre del cayuco, recoge el remo y regresa a casa. Prepara la cena de esa noche, ve por la ventana venir a su hombre, regresa al espejo, vive con la zozobra de la edad, ella es mayor que él, de lejos lo ve fuerte, viril.
Siente a su espalda penetrar la sombra negra, la sombra malévola, se le erizan los vellos del cuerpo,  el remo lo puso tras la puerta.
Joel viene de Mina visitó los tugurios del Playón, a últimas fechas están plagados de prostitutas, ya no puede uno pararse por esos lugares por temor a ser confundida y empiecen a faltarle al respeto, no distinguen los hombres a las mujeres decentes, madres de familia, en esos lupanares sólo corre cerveza, drogas y perversión.
A él le gusta visitar el mogote de Magüe, mujer salvadoreña, lo atiende, le ha  envenenando el alma con chismes de su mujer, él ha dejado que le truene el chicharrón al oído, le sobe el pelo, decía la abuela Agustina de Montenegro a su nieto: ¡No dejes que te soben la cabeza las mujeres!, así los amansan.
Por fin llega a la puerta, Otilia corre a abrazarlo, siente el fuerte olor a cerveza _ ¡déjame! le dice y la retira de un manotazo.
Los ojos inyectados de lumbre, el vaho que despide podría incendiar la casa, el alcohol lo tiene fuera de sí.
_ ¡Ya me dijeron que cuando vas a recoger la pesca te ves con un fulano, no se te quita lo p... , entre más vieja más p… , no sé por qué vivo contigo, ya estoy cansado de verte, por qué no te largas al infierno maldita mujer! Sorpresivamente toma el remo que descansa tras la puerta, se lanza contra Otilia y le asesta un golpe fuerte entre quijada y oreja, allá fue a dar el cuerpo con mirada de tanto espanto, así quedó.
Al ver lo sucedido, hasta el pedo se le bajó,  parecía trompo chillador, dando vueltas y vueltas alrededor de Otilia, sin saber qué hacer, en un arranque de desesperación  la levanta y la esconde en el ropero.
Sale de la casa dando gritos de auxilio a los vecinos.
_ ¡Ayúdenme, ayúdenme, ayúdenme a busca a Otilia! se cayó al río, iba borracha, no la encuentro.
Los vecinos asombrados salieron a buscarla, entre ellos la madre de Otilia, nada, no la encuentran, cansados regresan y le dicen a Joel que al amanecer reiniciarán la búsqueda, hace frío, es navidad y todos quieren estar con su familia.
Antes del amanecer, cuando el sueño vence a los vecinos, carga el cuerpo de Otilia, lo atraviesa en el cabello, sale rumbo a Mina, lo deja en el río, cerca de una cantina, a orillas de Capoacan, regresa a esperar a los vecinos, vuelven a buscarla.
Clareciendo encuentran a Otilia, recién había fallecido, tenía las uñas y los dedos hechos girones, trató de salir, en la orilla la fuerza le faltó, ¡llegó el fin! No murió del golpe, tal vez, lo frío del agua la hizo reaccionar, no pudo librar la sombra siniestra que la perseguía.

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