lunes, 11 de febrero de 2019

USADO / ALEJANDRA INCLÁN







 Alejandra Inclán

A veces puede ser casual el encuentro. Otras, lo planeo. Aunque ellos no tengan ni idea.
No les ofrezco tregua y los tomo entre mis manos. Eso es lo fascinante contigo  y con los otros. De inicio tomo el rol dominante y no tienes nada que hacer ante ello.
Comienzo explorándoles. Los huelo sin pudor alguno. No importa si tenemos o no intimidad alrededor. Si nos ven no me importa. Tal vez hasta se les antoje, al fin y al cabo, tienen bastante material para imitarme.
Mis manos acarician el exterior, pero no siempre es la fachada la que me excita, sino lo que hay dentro. Aunque puede que esta si luzca atrayente, mientras otros se ven secos e insípidos, sin viveza aparente. ¡Y oh sorpresa!, cuando mis manos se aventuran más allá y me encuentro con su textura, con su grosor, o su delgadez. He aprendido que eso no me importe mucho, ya que muchas veces, con tan poco pueden darme todo el placer que necesito.
Algunos tienen tanto y llegan a ser un una tortura. Lo que ofrecen apaga la pasión y continuar con ellos se vuelve un dolor que opto por cortar por lo sano, o en ocasiones les doy la oportunidad de que al menos al final me hagan vibrar. La mayoría no lo consiguen. Un inicio mal, raramente tiene un buen final.
Pero ya no hablaré de ellos. Mejor me concentro en ti, en lo que sienten mis dedos en estos momentos. Estas muy viejo, y aún con ello sé que te deseo. Siento tu interior rugoso y lleno de experiencias, de otras manos que antaño te acariciaron, que no supieron amarte lo suficiente para conservarte.
Necesitas de mis cuidados para aguantarme el paso. Para que me puedas entregar todo aquello que tienes por dar.
Sonríes. Sé que sonríes. Mientras te recorro con los ojos cerrados. De pronto los abro y encuentro la firma de otra persona en ti. Quiero reír y me aguanto. Me gusta esa especie de tatuaje que acepto, pues lo que puede ser una molestia para alguien más, para mí es parte de tu personalidad. Sí, solo por ello vales más.
Alguien nos observa, como cuestionando mi atrevido comportamiento. Te abrazo y te dejas querer. Te despego de mí y me adentro a ti. Sé que tendré  contigo una culminación de pasión, placer, satisfacción, de aprendizaje, de conocimiento,  de amor… Aunque estés viejo lo tienes todo para esta exigente mujer.
Te vuelvo a tocar. Miro tu insípida faz. Te huelo. Acaricio tu textura. Te exploro. Siento tu grosor delgado. Y vuelvo impúdicamente a mirar lo que llevas dentro.
Ha llegado el momento. No importa que seas añejo, porque todo en ti es potencia. Me engancho a tu locura contenida y me entrego a ti. Dejo de ser dominante y me vuelvo pasiva ante todo lo que me darás.
Voy a comprarte. No importa que estés usado. Contigo muchas ansias he encontrado. Estoy en la locura por ti, soy una loca, y tú, mi loco libro usado.

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